Tengo que salir del closet: Yo, Martín, soy un adicto a la procrastinación. 1
Llevo semanas maquinando mi nuevo post. Y es que en mi torcida psique, maquinar no significa hacer anotaciones, borradores, pegar post-its en mi ventana, hacer listas, ni lluvias de ideas. Para un adicto a la procrastinación como me complace, hoy, autoproclamarme, maquinar no es más que pensar. Subo al autobús y pienso, -¿qué haré ahora con mi blog?-. Me siento, me acomodo y surge una catchy phrase, una buenísima. Después me bajo del autobús y enciendo un cigarrillo para descubrir que el señor de los elotes porfin se puso en la parada del camión, que me muero por una papa-asada-gigante-con-todo, que sería conveniente sacar todos los muebles de mi cuarto para limpiarlos y volverlos a acomodar, que están pasando Frasier en Sony, que estoy cansado y que tengo sueño.Así, a la mañana siguiente, desaparece mi catchy phrase junto con mi firme convicción de hacer ese lo-que-sea que quería hacer la noche anterior. Y así noche tras noche está ahí, el círculo vicioso, el eterno retorno que parece tan cool en la mitología y en la ficción pero que, aceptémoslo: ¡Qué cagante es cuando se nos aparece en la cotidianeidad! Es algo así como la ley de Murphy pero para cultos. Y eso sí, qué bonito sería si ese dejar-para-el-último me caracterizara única y exclusivamente cuando se trata de actualizar mi blog. Desgraciadamente, está muy lejos de ser cierto, y es que yo soy un adicto a la procrastinación hasta en los aspectos más ridículos de mi existencia.
1.- -No se confunda, por favor, con la hueva. La diferencia entre ambas es como la diferencia entre el destino-celestial-griego-clásico y el destino determinista y racional estoico. La hueva es gástrica, tonta y animal, la procrastinación es aún más grave, porque es profunda y racional. Quien la porta, cree saber que está haciendo lo correcto, cuando en realidad está tirando semanas y hasta pinches meses al cuarto del janitor.-
Así, tomo decisiones que considero importantísimas para lo que sea que esté tramando de mi vida, decisiones que nunca logro realmente concretar. Ha pasado en mis relaciones, ha pasado en mi vida escolar, ha pasado en mi trabajo y, por supuesto, ha pasado en mi descuidadísimo blog. No es que no termine las cosas, soy un perro acostumbrado a seguir rutinas, es que no logro concretar los cambios de esas cosas, soy tan flemático que a veces prefiero dejar las cosas como están, por más reparaciones que requieran. Pero hay veces que simplemente se tiene que salir del closet. Yo, Martín, soy un adicto a la procrastinación.
![]()
Hace poco hablaba con mi queridísima Hilda, mi mecenas-amiga-terapeuta-sampetrina, sobre porqué últimamente YO SÍ insisto en comportarme como Carrie Bradshaw. (Siéntase aquí aludido cierto buen amigo que tanto le jode que lo comparen con ella) Parece un impulso automático, prender el cigarrillo y comenzar hablar de relaciones. De la mías, de las de mis amigos, de las de mi interlocutor, o incluso de las de personas que no conozco. No sé si todos mis lectores me siguen justo ahora, pero, a excepción de los ridículos juegos de palabras que ella acostumbra, no encuentro nada más parecido con la única referencia que espero hacer a Sarah Jessica Parker.
Hace poco también, conversaba con un buen amigo sobre mi imposibilidad de comentar todo en mi blog, todo lo que quiera decir, todo lo que se me antoje, TODO. Y es que hay veces en las que no se puede hablar de todo con todos. ¿Me explico? Ya sea por taboo, por costumbre, por pudor o por gusto, hay temas que son cumbre y que caracterizan a las relaciones interpersonales. Hay personas con las que se habla de trabajo, y nada más. Con otras se filosofa, con otras se chismea, con otras se corteja, con otras se bromea y con otras ni siquiera se habla. Ahora estoy decididamente convirtiendo a este espacio en uno de satisfacción personal, y no es que los comentarios del lector serán, ahora, mal recibidos. Es sólo que simplemente es, a veces, extenuante ponderar la prudencia de los temas en referencia a los potenciales lectores de este espacio.
Alguna vez alguien comentó sobre mí que era yo un adolescente temprano. Sin duda fui un niño peculiar y probablemente fui un adolescente bastante curioso. Dudo, sin embargo, que haya sido yo un adolescente temprano. Me atrevo a corregir, incluso, a quien comentó sobre mí y que sin duda es capaz de ver la adolescencia desde una perspectiva temporal mucho más amplia que la mía. Diría yo que, totalmente al contrario, soy un adolescente tardío.
Desde mi corta comprensión, el adolescente habla sobre relaciones, le intrigan, las comenta, le enferman, las codicia y lo pervierten. Quien supera la adolescencia, hipotéticamente, deja de ser un tercero en esta dinámica y deja de hablar de relaciones para simplemente tenerlas. Justo ahora, en avanzada etapa de mi adolescencia, si es que aún es adolescencia, me veo haciendo malabares para pervertirme con las relaciones, apreciarlas desde lejos, reflexionar sobre ellas y, a la vez, vivirlas. Toda una pubertad de inmutación, indiferencia y silencio a penas acabó hace poco.
Yo sé, mis concepciones en esto son demasiado rígidas y, con estas, probablemente acabo condenar a muchos treintañeros como seres que jamás fueron capaces de superar su adolescencia. Sin duda Carrie Bradshaw se pasó toda su middle age haciendo esos mismos malabares. Sin embargo y a final de cuentas el concepto adolescencia proviene del latín adolescere que, si no me equivoco, equivale al verbo crecer. Me atrevo a decir que la mayoría de los seres humanos, casi sin distinción de edad y exceptuando a los emos chillones, aspiramos a adolescere.
Últimamente no puedo leer. Me siento compungido. He hecho muchas cosas y también he pasado mucho tiempo haciendo nada. Decidí, este invierno, no trabajar, para variar un poco la dinámica trabajo-escuela para sólo descubrir que soy un adicto a la actividad. No estoy seguro, pero siento que sólo puedo dedicarme a la lectura cuando se trata de una dedicación paralela a una actividad cotidiana y casi rutinaria. Hablando sobre literatura, Sabina Berman nos dijo a Hilda y a mí: “En esta carrera hay estudiantes de, más o menos, dos tipos. Hay a quienes les gusta realmente ejercitar su materia gris con la literatura y quienes tratan de esconderse de la vida detrás de un libro” (Esas fueron, aproximadamente, sus palabras)
No creo que mi necesidad por establecer un paralelo entre la actividad y la literatura sea porque no me atrevo a entrarle de lleno, a envolverme de ella. Por alguna razón no soy una de esas personas que sería feliz “si tan solo pudiera pasarse los días enteros leyendo”. Tampoco creo ser alguien que se iría a esconder de la realidad detrás de un libro (al menos, eso espero) sino que me parece que tengo una fascinación por la comparación entre el texto y la cotidianeidad. Finalmente qué chingados es la ficción más que la pura realidad, pero torcida. Ya se ha dicho antes, la imaginación no es ilimitada, que no se hagan pendejos.
A final de cuentas, creo que últimamente he estado pensando demasiado en mí, en mi actividad o en esa necesidad de acelerar, que creo que las páginas que abra estarán destinadas a aburrirme por no tratarse específicamente de mis propios pedos. Realmente confío en que el esbozarlos un poco en este post me ayude a darme un poco de ligereza para ya por fin dedicarme a otros asuntos apremiantes.
Martín Hache
Cosas que hay que tomar en cuenta tras su lectura.
1.- Tenía muchas cosas planeada para este post, y tras las semanas de “maquinarlo”, tomó dos sesiones nocturnas terminarlo.
2.- Finalmente quedó así y, aunque nada de lo planeado terminó formando parte del post, ya me quedo satisfecho.
3.- No soy un emo. Soy bien feliz, hasta desayuno.
4.- Ya sé, faltó el tono irónico-cómico característico. Perdón a quienes les gusta reírse con mis posts por haber incluido éste y el anterior.
5.- No soy emo. Llámenlo melancolía o período de reflexión.6.- Sean inteligentes y lean entre líneas. Esta vez sí se vale.
sábado, 23 de diciembre de 2006
Adolescere
miércoles, 13 de septiembre de 2006
Celebrando al zen.

Quizás por eso yo prefiero hundirme, ahogar mi pretendido talento en litros de nieve, colillas de cigarro y tazas de café. Sentarme a devorar, acaso a devorarme, mientra repaso albumes de deprimente blues, esperando que alguien encuentre, en mi patetismo y en mi descaro, esa gracia digna de celebrar.
viernes, 1 de septiembre de 2006
Eventful summer y la fórmula del mal
= PURO DESMADRE
2.-Me tocó vivir con una ñora que decía que yo era del diablo.
3.-Me toco vivir con una ñora que me trataba como mi mamá, o peor.
4.-Me hice de muy buenos amigos y amigas. Entre ellos, Hannah Burns, abogada graduada de Cambridge University, media alcohólica, buen gusto musical, buen gusto en general, muy buen gusto para mi gusto, especialmente cuando se trataba de salir y de comprar. ¡Muy buen gusto y muy buen dinero!
5.- Me hice de un grupo de amigos alemanes bastante divertidos. Entre las cochinadas que ahora se decir en alemán están. “Tengo una erección enorme.” “Quiero coger contigo.” Y “Quiero cogerme a eso.” Después, para defenderme, me tuve que aprender otras como “Alex es un estúpido” y “Alex es un alcohólico”.
6.- Me entró la necesidad de aprender alemán. (Alemán de verdad, no estas cochinadas.) Es muy molesto ser el mexicanito confundido entre los ich bin eine lo-que-sea. Además, a juzgar por las reacciones indignadas de los demás alemanes, tengo una muy buena pronunciación.
7.-Me gasté todo mi dinero.
38.-Vomité una vez en la calle.
Fotografías del recuerdo.

(Tomando una cerveza Blonde, producción 100% quebecois)


domingo, 25 de junio de 2006
Mi casa es tu casa

Creo que le estoy robando el internet a alguien. Escribí algo muy largo pero se borró todo. Bad Karma!
miércoles, 31 de mayo de 2006
Pusilánime
1.-los horarios
2.-las agendas
3.-las relaciones
4.-el sexo
5.-la sangre
6.-los expertos
7.-el tabaco
8.-los planes de vida
9.-la soledad
10.-la compañía
11.-el futuro
12.-mi familia
13.-la depresión
14.-la salud
15.-las mayorías
16.-la atracción
17.-el trabajo
19.-el dinero
20.-la naturaleza
lunes, 15 de mayo de 2006
Los nerds también lloran
Siempre he dicho que me cagan los dedos chiquitos. No sirven para nada y, en lo personal, a mí el de las manos me estorba para escribir y el de los pies todo el mundo se lo vive remoliendo. Hoy los dedos chiquitos atacan de nuevo, y esta vez en forma de piquete de zancudo que muy pronto me levantó de mi cama, y con lo obsesivo que soy. Tras rascar exhaustivamente decidí focalizar mi atención. ¡El buen zen! La neta es que no sé ni que chingados significa. Algún día lo investigaré, se los prometo. Mientras tanto, en mi campo semántico, todo a lo que suene algo trascendental-oriental será en resumidas cuentas zen.
El caso es que yo me dije, -tengo que dejar de pensar en mi dedito porque si no nunca me voy a poder dormir-. Fue así como prendí, decididamente, la mitad de mi laptop que sí funciona inicé mi sesión en el messenger para descubrir que la gente normal no está pegada en el messenger los viernes en la madrugada, sino muy ebrios en la calle, dormidos, o haciendo qué-sé-yo por ahí. Yo hubiera hecho alguna de las tres de no haber sido por ese zancudo hijo de puta y porque Alejandra me dejó plantado. (Saludos Ale, sí, al rato nos reponemos)
Cuando por fin pude enfocar, y maniobrar el cursor en vez de esperar que la compu hiciera lo que hace de forma automática, le hice click (o como ahora se dice, le cliqueé) en mis favoritos para revisar alguna de mis direcciones de correo y fue entonces cuando me acordé de mi blog. -¡Puta!-, me dije. -Ya sabía yo que lo iba a dejar a la mitad.- Durante toda esta reflexión no pude dejar de pensar en el chiste que al buen Martincillo le gustaba contar cuando era todo un pequeñelo, ese del "no pos' no dormí" y que involucra a tres cuartos de hotel, tres personas con tres distintas nacionalidades, muchos insectos y un velorio.
El caso es que yo me dije -ni de pedo, a huevo que escribo algo.- Además, este writer's block ya se había extendido demasiado. Algo tenía planeado sobre comentarles de los personajes políticos de izquierda que tuve el gusto de ver recientemente en la televisión, pero eso fue hace mucho y como que ya se me olvidó todo lo que tenía planeado compartirles a ustedes, mis fieles lectores, que espero no se hayan ya desesperanzado con la larga espera por un nuevo post.
Fue entonces que recordé que había, a largo plazo, pensado en escribir algún comentario con e título que a esto precede. Los nerds también lloran nace de los repinchísimos y consecutivos comentarios que, terceras personas, se han dado el gusto de granjearme para acentuar lo raro que soy. "Ay, a ti te gustan cosas bien extrañas", "Uy, ¿de verdad pagaste para que te pusieran ESA canción en la rockola?", "¿Vas a votar por ella, FREAK?!" y muchas otras sandeces dignas de haber salido de cualquier "señorita" con apellido oriental.
El siguiente resumen no tiene más pretenciones que mandar a los comentarios a CHINGAR A SU MADRE. O como diría MI madre, muy diplomáticamente, mandarlos al rancho de mi vecina que sí, se llama La Chingada. Además, resula ser muy grata oportunidad para decir -¡mira qué tan raro puedo ser!- y embarrarselo a nadie en la cara, para que ya por fin salga de mis sistema y todo vuelva su estado natural en el que me vale madres.
Música
Me gusta el jazz. De hecho, a los que no saben, el próximo mes me voy directito a Montreal a estudiar francés y, tagencialmente, al Festival Internacional de Jazz que se celebra ahí cada año. Algunos sostienen la tesis de que eso del francés es puro pedo, vil pretexto, a mí me da por apoyarla eventualmente. (Para más información sobre el festival, pueden cliquear aquí) El caso es que me largo y que ya estoy haciendo yo mi lista de eventos que ni de broma me puedo perder. Cualquiera de los desafortunados comentarios que ya mencioné podrían brotar de una boca insensible mientra yo surfeo por la página del evento y me digo -¡no mames! B.B. King, Tony Bennet, ¡puta, tengo que ir!-.
Sí, sí, ya sé que mis ídolos del jazz ya están casi todos muertos. So what? Tú estás muerto por dentro. Y es que, aunque sí disfruto mucho el jazz y las fusiones contemporáneas, nada se compara con la señorona Ella Fitzgerlad compartiendo créditos e improvisando con la efervecente voz de Louis Armstrong. Es un placer inevitable.
Ahora, cuando ando de buen humor, me da por escuchar el rock de los setentas que, o me estoy juntando con las personas correctas o se está poniendo repentinamente de moda. Yo no sé, no es mon métier, pero cada vez oigo más por ahí que no sé qué bandas actuales, que sus influencias en David Bowie, The Doors, Led Zepellin, Pink Floyd, Iggy Pop, Bod Dylan, Robert Fripp, and the list goes on and on. Ahí se los dejo a su criterio.

Billie Holiday, "Lady Day"

Ray Charles, "Genius"
Literatura
Si bien mi nueva y reluciente carrera me debería obligar a declararme amante del tema en general, esas cosas no se pueden. Quien diga que le gusta toda la literatura tiene serios pedos. A mí me emociona mucho el existencialismo francés, oh, sí, es la neta. Ha sido una delicia estudiar francés, porque además estoy traumado con la deconstrucción, el estructuralismo y postestructuralimo, aunque a veces rebasen mi capacidad de comprensión. Pinche Derrida, quién sabe qué chingados se estaba fumando, pero es bien con madre. Eso de inventar palabras para describir sus concepciones del lenguaje es la mera neta.
Además, soy un ser esencialmente posmoderno, eso digo yo. Así que todo lo que suene a marginal-valemadrista es lo mío. Claro que tengo que confesar un placer escondido. Guilty pleasure, como les dice Edna. Y es que aunque antes no me atrevía a confesarlo, algún día tenía qué salir a la luz. ¡Sí, soy un lector de novelas de época de closet! ¿Y qué? Maldita Jane Austen, malditas señoritas inglesas de alcurnia venidas e menos, malditas dotes poco sustanciosas que inspiraron esos tentadores relatos de decepciones y amores no correspondidos. Pero, ¿qué se le va a hacer? Hay que aceptarse como tal.
Breve lista de autores predilectos que de momento me vienen a la cabeza:
-.Juan Rulfo
-Jorge Luis Borges
-Julio Cortazar
-Oscar Wilde
-Charles Dickens
-Juilio Verne
-Federico García Lorca
Política
Soy de izquierda. Que no me oiga don Patricio Flores porque me echa en cara todos los chistes sobre comunistas que me di a la tarea de idear durante el breve período en que fuimos compañeros de trabajo. Me identifico de izquierda moderada, sí, o como por ahí les gusta llamarle, la nueva social-democracia. Ahora, todavía no me decido si voy a votar por AMLO o por la ciudadana marihuana que tan bien me cae.
Por lo pronto, a mí me encanta crear polémica al respecto. (Recuérdese el sonado caso en el que me enemiste con casi una familia entera.) Y la neta es que a veces sí me molesta que se desacredite a la izquierda de manera tan rotunda por pura xenofobia infundada. Es bastante triste que no se puedan identificar las sutilezas de las facciones políticas y se crea inmediatamente que si nos hacemos izquierdistas nos vamos a convertir en la Union de Estados Soviéticos Mexicanos. Como si yo creyera que si votamos todos por Felipe Calderón va a haber un McDonalds y un Wall-Mart hasta en el vecino pueblo de Polotitlán.
Ese no es el caso, además, es de saberse que no soy de izquierda por la simple y llana razón de que nadie la quiere. A mí me parece bastante razonable que en un país con una tan alta desigualdad social se piensen en soluciones de izquierda. Y es que en México la clase media es efímera. Hay dos caminos, o te haces rico o te haces pobre, pero ser una persona normal está de malabares.
A continuación, dos líderes nacionales de izquierda moderada o no tan moderada. Y los dejo con la reflexión con la que el buen Felipe Calderón nos dejo a todos de incógnita. ¿Se esconde AMLO detrás del pasamontañas del subcomandante Marcos? Yo le veo al subcomandante una mirada mucho más intimidante. Ustedes dirán.

Subcomandante Marcos

Andrés Manuel López Obrador
jueves, 11 de mayo de 2006
Y todo a media luz
No. No me dio un ataque pasión argentina. Estoy literalmente "a media luz". Y no es que esté yo a la luz de las velas ni que haya prendido una lamparita bien romántica, no. Mi media luz guarda una perfecta simetría, y es que mi mala racha de la semana decidió llegar al climax en una forma que yo no sabía que era posible.
Pues resulta que algo le pasó al monitor de mi laptop, y no se averío, ni se ve borroso, sino que la mitad del monitor se apagó. Así que, a media luz, me toca hacer todo en esta tuerta computadora, todo el día a la mitad, y ya siento que me duele uno de los lados del cerebro.
Ese fue el momento más álgido de mi mala semana que, así parece, acabó hoy. La palabra absurdo me persigue y no sé ni siquiera usarla bien. Lo único que puedo decir es: ¿A quién chingados se la apaga exactamente la mitad de su computadora? Si a alguien ya le ha pasado esto, por favor comparta. Ahora, también podría obviar en la reflexión de lo molesto que resulta que la computadora me guiñe de forma espontánea el monitor justo cuando empiezo a hacer un blog que aparentemente me voy a tomar en serio, pero sinceramente, como que no es algo muy entretenido que digamos, ni para ustedes leerlo ni para mí escribirlo.
A parte ya me cansé de andar de chilletas. Son cosas como éstas las que le ponen lo sabroso a los proyectos. Además, tengo que admitirlo, a mí nunca se me ocurrirían tantas peripecias tan inusuales. Al menos me quedo con el consuelo de que nunca me voy a aburrir.
Así que para no ser yo un avaro desconsiderado, les comparto a ustedes una lista de las simpatiquísimas situaciones en las que el Destino me ha metido durante mi muy molesta semana:
- Mi laptop se quedó tuerta.
- Compartí, frente a la coordinadora de B.I. (que no se caracteriza precisamente por ser open mind) que había, en las hojas de respuestas, unas MADRECITAS, para que no tuviéramos que ponerle el guión a las matrículas.
- Después de que me vio con cara de "¡Insolente!", remate el comenterio con "Es que es DIA DE LAS MADRES..."
- Esto sucedió en un examen de B.I., donde, al menos por ese ratito, todo mundo estaba callado como para burlarse de mi embarazosa situación.
- Me presenté a las ocho de la mañana para presentar un examen que empezaba hasta las dos de la tarde.
- Mi celular, que yo ni sabía que seguía funcionando, decidió sonar en medio de un examen de B.I.
- Después de que me quitaran el celular, volvió a sonar, sólo que ahora yo no lo tenía para a pagarlo.
- Martín quería hablar sobre la independencia de México en un examen sobre la historia del siglo veinte.
- Reviví a Roosevelt y lo puse a resolver la crisis de los misiles.
- Mi graficadora, que jamás me va a servir para absolutamente nada, y cuyo único propósito en mis manos era pasar mi curso de cálculo, la perdí antes de mi examen final.
- Me di cuenta una hora antes de presentar.
Afortunadamente la Madre Naturaleza se encargó de recompensar mi pinchísima semana con un frente frío totalmente fuera de estación. ¡Gracias, Madre Naturaleza!
Cabe mencionar que yo conozco a la Madre Naturaleza desde hace ya unos meses. La conocí un día que Erandi, Homero y yo nos fuimos por allá de Cumbres a comernos unas hamburguesas en un puestecillo que estaba en medio de un estacionamiento. Ya cuando nos estábamos terminando nuestros manjares, que empieza llover y nos arrimamos todos a un techo bien minúsculo para pagarle las hamburguesas a la señora del puesto. Es entonces cuando dice: "Disculpe usted lo de la lluvia".
Y así fue como descubrí que la Madre Naturaleza es en verdad una señora que vive en Monterrey, vendiendo burgers en un negocio informal.