miércoles, 5 de diciembre de 2007

Lo hiperbólico.

Cuando se vive en un mundo altamente informatizado como el de hoy, hiperbolizar es lo de moda; y es que parece que ante el crecimiento poblacional y las multiples opciones de 'personalizar' tu personalidad, como que al pequeñísimo postmoderno se le debía de ocurrir alguna práctica forma de llamar la atención junto a una turba de normaildad. Yo debo de confesarme insoportablemente normal. Rara vez estoy verdaderamente estresado; no estoy del todo seguro de haber, alguna vez, pasado por una depresión; y definitivamente no soy bipolar. Curioso es que, ante estas confesiones, pareciera que soy en realidad el ser más extraño del mundo. ¿No es acaso que hoy todo el mundo está estrezado, deprimido y con constantes cambios de personalidad? Yo creo que, simplemente, es una extraña necesidad de hiperbolizar.

-¿Cómo estás, guey?
-Súper estresada.
-Ingas, ¿en serio? Yo también.
¿Realemente estamos todos estresados? Me parece que el escenario ideal pare ese tipo de afirmaciones es una ciudad lluviosa, como Londres, llena de edificios grises de oficinas y gente desvelada porque, en realidad, nunca sale el sol, tomando café para quedarse despiertos. Nada más alejado de nuestra realidad geográfica. Además, si a todos realmente nos causara estrés demesurado nuestro trabajo, el país sería de una productividad increible. Nada más alejado de nuestra realidad económica. Creo que es más una necesidad esnob por sentirse importante. La verdad, no todos los oficios y profesiones generan tanto estrés y ¿qué tan estresante puede ser el oficio de payaso como para que Pompo siempre estrese a Regalito?
-Osea, estoy bien estresada,- le dice una vieja a otra en un Strabuck's en Calzada del Valle. ¿Qué tanto se puede estresar si la mujer se dedica a decirle al chofer que aviente a sus niños al camperte y a vigilar a su chacha? Todos quieren estar estresados porque el estrés implica estatus. Es como si al resto de las personas nos importara su incapacidad de resolver problemas prácticos sin quebrarse la cabeza. Muchos tienden, además, a hiperbolizar el estar simplemente agobiado y/o abrumado por un estado de total estrés. Yo, mientras tanto, ya estoy aprendiendo a tejer que, con esta pandemia de estrés, las actividades terapéuticas ya se asoman también al mundo de la moda.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Deconstructing Martin.

A la chingada con esto, let's just get it over with. Me voy a volver loco si no publico ya esteadefesio que cada vez tiene menos sentido. Lo he tratado de hacer por lo menos unas siete veces a lo largo de todo este año. Cuando recién lo escribí, el 2007 estaba en sus albores. Hoy, el año está casi por terminar. He tratado de escribir notas antes y después de los fragmentos desordenados del texto para explicar cómo dejaba, poco a poco de ser vigente. Eso ya no tiene más sentido. Si lo sigo postergando, terminaré escribiendo una biografía estúpida de fragmentos ridículos de mi vida cuya trascendencia ya ha caducado. Sí, soy voluble, muy voluble. Trato, sin embargo, de ser congruente siempre. Por eso ese afán explicativo, tratando de remendar hilos de pensamiento que ya, simplemente desaparecieron. Ahora, sólo me queda enumerar lo que creo que es importante hoy, para dejar a un lado tanta pendejada lastimera que se prolongó, en la práctica y en mi cabeza, más tiempo del necesario como para terminar en mandar a la chingada y en un encono pasivo que ya dejó de molestarme hace un buen rato.

1.-Soy joven, muy joven.

2.-Soy guapo.

3.-Soy inteligente.

4.-Soy complicado, no más que el resto de las personas con algún grado de personalidad.

5.-Soy gay. (Deal with it. I already did.)

6.-Soy ligeramente promiscuo.

7.-No me conformo con poco.

8.-Kiss my ass.

Y perdón por el ataque de vanidad, pero ya lo necesitaba. Uno no puede andar siempre por la vida quejándose y a veces, sólo a veces, tengo que dejarme de pendejadas y reconocer que soy la neta, por mi propio bien.

Ya mañana tendré algo por qué sufrir.

Ahora sí puedo dejarlos leer, sin ningún tipo de remordimiento lo que sea que sea esto que viene aquí abajo. Suerte:

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Me es vergonzoso presentarles ahora un texto que llevo un largo rato planeando y que, en retrospectiva, no me hace pensar en nada más que en mi volubilidad. Una volubilidad que, por más humana, no deja de sacarme de pedo. Lo que escribo a continuación llevaba en etapa de edición desde tiempos ancestrales y me ha parecido, tras una pequeña relectura, que la única forma de terminarlo sería presentar el texto íntegro como evidencia fiel de la complicada naturaleza humana. Y es que las cosas sobre las que puede uno profundamente cabilar un día, pueden causarle gracia al día siguiente. No se me predisponga, sin embargo, (quien sea que me lea) a pensar que todo lo que sigue es una gran broma. Ya al final haré las aclaraciones pertinentes al caso. Por lo pronto, have fun:



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Después de disculparme, -como al parecer estoy destinado a hacer cada vez que actualizo mi blog-, por el largo tiempo de espera al que he sometido a mis cinco fieles lectores, me veo pinchemente obligado a hacer un esbozo de los muchos temas que me han acongonjado ridículamente esta primera parte del año. Y es que el 2007 llegó cargado de inesperadas y, como siempre, ridículas sorpresas que me dejan en la encruzijada: reír, llorar o, mi muy preferido, dejar-pasar. Ante la multiplicidad de problemas que acaecen y/o han acaecido, haré uso de mi siempre plana y aburrida estructura de pensamiento para ejercitar el pleno desahogo de mis frustraciones. En términos simples: Ahí les va punto por punto.



¿Dios mío, por qué soy como un personaje de Woody Allen?



Una de las primeras necesidades de este año, -nótese que nunca fue un propósito-, fue el de quitarme esa mierda que tenía en la cara, cuyos remanentes aún se muestran cuando me explongo largo tiempo al sol. Y es que cuando digo mierda lo digo en serio: Resulta que había yo pasadome las Navidades con una cosa roja en la cara cuya denominación pasó por distintas etapas. Primero le bautizé como un "barro", un brote de juventud, cuando noté que eso no podía ser de ninguna forma algo cotidiando, le comenzé a decir "irritación". Después la lista se hizo larga: "alergia", "infección", "resequedad", etc. Llego a tal grado que, como Donna Summer me dije, -enough is enough!- Quienes me conocen notarán por mi aspecto que no soy el hombre más cuidadoso de mi estética, pero hay situaciones que simplemente no se pueden tolerar.


Fui decididamente con el dermatólogo más cercano, más barato y más extraño. Cuando entré al consultorio y escuche la ópera de fondo y vi al raro cuarentón siguiendo la música con las manos me dije a mí mismo, -mí-mismo, este es uno de esos episodios de tu vida en los que te toca hacerla de Woody Allen-. Después de una pequeña inspección, una lupa, una lamparita, y un perturbante malentendido, el diagnóstico fue el siguiente: "Martín, todos somos culpables de nuestras propias enfermedades y esto que tienes en la cara es por culpa del estilo de vida que llevas." (No, no tengo una enfermedad venerea.) Esa misma idea cruzó mi cabeza mientras mi sangre hacía lo suyo cruzando desde mi cabeza hasta los pies.


Después de un par de mentadas de madre, logré exprimirle a mi exótico dermatólogo un diagnóstico real: "Todo es psicosomático" Sí, al parecer, en algún punto de los albores del 2006, me enojé de tal manera o me frustré de tal forma que una costra asquerosa surgió de mis entrañas. Después, tuve que sostener una larga discusión con mi dermatólogo sobre cómo la naturaleza de TODAS las enfermedades no es psicosomática para poder, entonces, lograr que me recetara un medicamento adecuado para ese "producto de mi estilo de vida".


Cuando uno va a un consultorio médico uno espera escucharse diciendo: "Me duele aquí." "Como frutas y verduras." "Sí, sí fumo", no sé, cosas de esas. Lo último que se prevée es verse acaloradamente diciendo, -"No, si yo soy un niño de Hiroshima, que nació justo antes de la Segunda Guerra Mundial, ¡mi leucemia no es psicosomática!- Pero, a final de cuentas ¿qué se podía esperar de una película de Woody Allen?


¿A alguien le hace click un película (no de las mejores) que se llamaba "Hollywood Ending"? A mí sí, pero las coincidencias siempre pueden ser más grandes. ¿Quién sabe? En un futuro puedo generar alguna especie de dislexia psicosomática, con eso de que los médicos opinan que todo está en nuestra cabeza... los neurocirujanos van a estar de moda.


Pero basta de mierda médica.



La muerte y otras perturbaciones nocturnas.


¿Alguna vez han tratado de imaginarse cómo se sentirá estar muerto, totalmente muerto? Yo sí, pero no pude. Supongo que nadie puede porque al menos en mi razonamiento (ya me empecé a revolver)... en mi razonamiento, es imposible imaginarse cómo se siente estar muerto, porque se imagina con el cerebro, y el cerebro no funciona cuando uno se muere. Con el cerebro, además de imaginar, también se siente. Sería, entonces, imposible sentir estar muerto. Y es que cuando se está muerto no se puede pensar ni se puede sentir. (Lo sé, yo también sigo perdido.) Supongo que lo que trato de decir es que: "estar muerto debe de ser bastante frustrante" o, mejor dicho, "muy frustrante es imaginarse cómo se debe de sentir estar muerto", porque cuando uno está muerto es también imposible estar frustrado, es imposible ESTAR, es imposible SER. Sin embargo, otra vez, también es imposible imaginarse cómo se siente estar muerto, porque la única referencia que tenemos para eso, es cómo se siente estar vivo y eso no tiene nada que ver con estar muerto. Y volvemos otra vez a lo mismo.


Una vez Erandi me dijo algo así como -Morirse, debe de sentirse como cuando se te duerme un brazo o un pie, porque así se siente cuando la sangre va dejando de circular, así, pero por TODO el cuerpo.- Ahora bien, esto sólo es una aproximación a lo que se debe de sentir el proceso de morirse, cuando todavía se está vivo. Y como dije antes, estar vivo no tiene nada que ver con estar muerto. Todas estas reflexiones surgieron a partir de una desafortunada y, en el sentido más connotativo de la palabra, medieval clase sobre San Agustín.


Fue así como justifiqué, para mi microcosmos de explicaciones históricas, la naturaleza espiritual del ser humano: Si es tan frustrante imaginar cómo se debe sentir estar muerto, o mejor dicho, si es tan frustrante tratar de imaginar cómo se debe sentir estar muerto y no poder, mejor me contruyo, con mi imaginación, un plano incomprensible de actividad homogénea a la que tanto vivos como muertos están invitados a participar sin discriminación y así ya no me frustro. Con esa oración surge en mi cabeza el MARAVILLOSO MUNDO DE LA RELIGIÓN.


Todo esto me lleva, con orden lógico de silogismo Aristotélico, al enunciado C: "¡Qué frustrante es ser ateo!"


Recapitulando:


Si A= el hombre se frustra tratando de reconocer cómo se debe de sentir estar muerto, sin éxito.


Y B= las religiones hacen que el hombre deje de frustrarse porque entonces ya no le importa no poder reconocer cómo se siente estar muerto.


Entonces C= No tener una religión es frustrante.


Sí, me estoy haciendo daño, y me gusta. El caso es que me di cuenta de lo indefenso que mi pequeño cuerpecillo es ante las inclemencias de la naturaleza. (Este post se está viendo bastante biológico.) Pero sinceramente, creo que esta sensación de no tener idea de cómo se debe de sentir estar muerto en conjunción con el inminente peligro de que mis pulmones, boca, traquea o derivados se llenen de mierda cancerosa, hace todo un poco más motivante. Sin embargo, no deja de ser frustrante, además, qué hueva, en un mundo tan ridículamente informado como el de hoy, saber que cuando me muera, van a seguir pasando cosas en el orden mundial y en la vida cotidiana ¡y no va a haber forma de que yo me de cuenta! (Creo que acabo de descubrir la razón de la mierda que me salió en la cara. ¡Pinche médico raro, tenía razón!)


Todos estos oscuros escondites de mi cabeza me han llevado, inevitablemente, a preocuparme por frívolas vanalidades que sólo en un estado como el propio de los vivos uno se puede llegar a preocupar. Así es, mis amores, me refiero a los amores.



Sexo Vs. Amor; Liviandad Vs. Pudor en fin Vida Vs. Muerte



Finalemente llegamos al meollo del asunto. Y no es que le crea yo a Freud sus mierdas del psicoanálisis, pero sí tengo que darle crédito por algo: ¡Gracias Freud! El sexo sí explica una gran cantidad de cosas en mi vida. Para la desgracia de nuestro amiguito austriaco, no, no todo lo podría explicar alrededor del sexo, pero sí una muy considerable porción. (Pinche Freud, cómo le encantaba.) Pero bueno, dejemos de hablar de ese hombre que si no todo empieza a perder congruencia. Algunos de mis lectores más chingones ya estarán pensando en las estupideces más grandes que Freud sostenía. Mejor dejemos esos problemas en el siglo pasado, que ya estoy hasta la madre de ellos.


Pues resulta que mi vida sexo-amorosa, o como se quiera llamar, ha pasado por caminos muy escabrosos últimamente. Y sí, debo decir últimamente porque antes todo era paz y tranquilidad. Nada de amor, nada de compromisos. Nunca. Nadie. ¿Para qué? ¡Qué miedo! No, qué horror. Todo era así de simple. Desgraciadamente, un episodio no muy relevante (no ha de haber superado el mes) with a-certain-someone vino a hacer estragos con mi tranquilidad.


Ya ni siquiera sé cómo ponerlo adecuadamente en palabras, pero digamos que yo no estaba dispuesto a comprometerme nunca, hasta que llegó alguien que pretendía poder lograr algo parecido conmigo. Así que me ensimismé tanto en el trabajar para que mi papel de novio-o-lo-que-sea funcionara, que dejé pasar cosas tan obvias e inadmisibles como alguien tratando de pseudo ponerme el cuerno en la ciudad de México. Es como si me hubieran engañado para hacerme creer que estaba en una relación mientras, teóricamente, no lo estaba. Teóricamente.


Recuerdo muy bien esa conversación en el destrozado paisaje de los intentos de ampliación del paseo Santa Lucía.


"No veo porqué no habríamos de seguir intentándolo" Eso dije yo.


"¿No ves por qué no? ¿Qué tal te suena: Te trataron de poner el cuerno, pendejo?" Eso me debí de haberme dicho a mí mismo, pero al parecer el verdadero yo estaba en huelga. Estaba ocupado tratando de tener una relación de verdad. Y fui un novio-o-lo-que-sea perfecto. Mira que solapar que te trataran de poner el cuerno (aunque sea imaginario), no lo hace cualquiera, y mucho menos cuando llevas unas tristes semanas inmiscuido en el proyecto.


Pero había un pequeño detalle que no se me iba a escapar: El SEXO. Después de ese incidente, estuve a punto de publicar este soneto de Shakespeare para justificar un pequeño problema que me rondaba la cabeza y que no me dejaba descansar.



In faith, I do not love thee with mine eyes,



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Y hasta aquí la dejo, porque hasta aquí dejé de escribir y no me voy a dar a la tarea de reconstrucciones innecesarias.

El siguiente videito trataba de exponer alguna cosa de la que ya sinceramente ni me acuerdo ni me quiero acordar, pero como la canción me gusta mucho, no lo voy a borrar.

Tómenlo como el final musical de una mala película. Es uno de los dos videos de Tainted Love, de Soft Cell.

Prometo comenzar a escibir ideas coherentes pronto.



viernes, 18 de mayo de 2007

My Visual DNA



¡Gracias Paco! Me lo robé.

lunes, 14 de mayo de 2007

Humanidades.


¿Qué chingados pasa? no sé si soy yo. No quiero creer que soy yo, sin embargo sé muy bien que todo es mi culpa. Debería de preguntarme, más adecuadamente, ¿qué chingados me pasa? Mis muy atrasadas lecturas económicas de mi noche anterior me hicieron caer en razón de lo grave de mi situación. John Maynard Keynes, en su intento por decir que quien no se interesara por la economía se lo iba a llevar la chingada, me hizo entender la muy baja ventaja competitiva que tengo frente al resto.


"TODOS SOMOS ENTES ECONÓMICOS." Suena bastante posmoderno, pero creo que, si todo el mundo hiciera un poco de memoria histórica, descubriría lo razonable de la idea. Quizás todo el asunto está en mi negación ante la necesidad de adaptarme a un gran sistema, de enumerarme. Es curioso, siempre me consideré una persona muy sistemática, alguien que juega con las reglas. No sé por qué llegué a estas conclusiones. Probablemente, ahora que no he podido superar al sistema, es muchísimo más reconfortante pretender que siempre fui un subversivo. No sé.


No tomó mucho tiempo para que las lecturas de economía me empezaran a frustrar, así que tomé mis cosas y me fui del Vip's a eso de las once de la noche. En mi camino a la parada del camión, un chico me interceptó para comprarme un cigarro. Yo no se lo quise vender, así qu se lo regalé. Qué irónico: "TODOS SOMOS ENTES ECÓNOMICOS".


Tras prender el cigarro, el chico me dijo, -Me acaba de dejar la morra y tiene un hijo mío, wey-. Yo no supe qué decirle más que, -Mucha suerte-. Cuando llegué a la parada del camión volteé hacia atrás y lo ví llorando contra un barandal: "TODOS SOMOS HUMANOS, TODOS SOMOS ANIMALES".


A veces como una cucaracha, como Gregorio Samsa, quisiera agachar la cabeza y morirme. Así nada más. Soy muy débil para el suicidio.

Mientras escribo esto, recapacito. El extranjero de la mesa de junto me está volteando a ver: "TODOS SOMOS HUMANOS, TODOS SOMOS ANIMALES".